domingo, 14 de noviembre de 2010

miércoles, 19 de agosto de 2009

Hibridación y mestizaje

¿Por qué razón estas concepciones del cambio cultural en las sociedades humanas, acuñadas por García Canclini y Gruzinski, recurren, aunque sea inconscientente a una metáfora biológica y racial?

Detrás de ambos conceptos, y su insistencia en el carácter inevitable y deseable de las mezclas culturales, se agazapa su contrario: la idea de una pureza, de una organicidad que debió haber existido originalmente. Antes de que todas las culturas fueran híbridas mestizas, deben haber sido algo diferente: puras, no mezcladas, aisladas.

Esta suposición implícita tiene dos posibles soluciones. Una es asumir, como parecen hacerlo los dos autores, que el inicio de la hibridación y el mestizaje, asociado con la expansión occidental y capitalista, marcó un rompimiento radical con el pasado no-híbrido o no-mestizo de las sociedades no-occidentales, y quizá también de Occidente.

La otra solución sería asumir que las culturas han sido híbridas y mestizas desde antes del contacto con Occidente, pues siempre han estado en relación con otros grupos humanos y han formado parte de redes más amplias de intercambio. Desde esta perspectiva, que resulta históricamente más exacta, sin embargo, los conceptos pierden todo su valor explicativo, pues la hibridez o el mestizaje se convierten en atributos de todas, o casi todas, las culturas humanas.